Viajes y eventos corporativos van de la mano. Evidentemente vuelos o viajes en tren son continuamente requeridos para asistir a reuniones, congresos, convenciones o ferias. Pero no sólo es eso…Ahora vamos a centrarnos en el viaje de incentivo. ¡El viajar y el eventar, todo es empezar!
¿Por qué un viaje de incentivo? Simplemente porque es una más que poderosa arma de Marketing para las corporaciones. Su objetivo es motivar, recompensar y premiar a los asistentes. Los beneficios tanto para los asistentes como para la organización son bien notables, citamos algunos:
- Mejora del ambiente laboral.
- Oportunidad para acciones de formación y networking en entornos agradables.
- Fidelización de trabajadores, proveedores y clientes.
- Fortalecimiento y mejora la marca e imagen de la corporación entre los grupos de interés.
¡Casi nada! ¡Y hay más! Entonces, consecuentemente, una buena organización basada en la búsqueda de esos beneficios citados, se traduce en el objetivo final de toda empresa: incrementar las ventas.

Por todo ello y más, en un viaje de incentivo, es vital ¡EVENTAR*! El típico paquete vuelo más hotel tiene los días contados (más bien ya no tiene días que contar), o al menos es lo que las agencias creativas queremos pensar. El reto de todo organizador de eventos es, como siempre, ir más allá y aportar valor; contribuyendo a la consecución de objetivos de Marketing.
¿Sabías que… Los viajes y el turismo contribuyen más al PIB que la fabricación automovilística en cada región del mundo. Y ¿sabías que esta industria emplea directamente 5 veces más personas que la fabricación automovilística? (Fuente: WTTC)
He aquí una de esas afirmaciones que has de tener en cuenta a la hora de diseñar el viaje de incentivo: “los objetivos de cualquier viaje de incentivo que se precie deben estar alineados con la estrategia de comunicación y de empresa, implicando a todos los departamentos; ¡los eventos no son una actividad aislada!” (tip: lee esto al menos 3 veces y ¡entiéndelo!).
Entonces, es necesario hacer del viaje toda una experiencia y emocionar, es decir, hagamos Marketing emocional: un viaje de incentivo tiene un gran impacto emocional, ¡exprímelo! Parte de ese éxito está en esos pequeños detalles. Además, las exigencias son cada vez más ambiciosas: sorprender o diferenciarse es un todo un must y por supuesto, todo ello siendo rentables.
Por último, la creatividad es ese plus que no puede faltar; la temática puede ser muy variada: aventura, deporte, cultural, lujo o de cooperación al desarrollo. Elegida ésta, y de acuerdo a los objetivos de Marketing y filosofía de la empresa, se tematiza y personaliza absolutamente todo. ¡A comunicar!
¿Acaso no es el viaje de incentivo una herramienta de Comunicación y Marketing interno y/o externo?
“No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta cuánto has cambiado tú.” – Nelson Mandela.